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¿Son mejores los antipsicóticos inyectables?

Antipsicóticos depot o inyectables

¿Qué son los antipsicóticos inyectables?

Los antipsicóticos en depósito o inyectables son un tipo de fármacos que se usan para el tratamiento de los episodios psicóticos y la esquizofrenia. A veces también se usan en algunos pacientes con trastorno esquizoafectivo y trastorno bipolar. No hay que confundirlos con los antipsicóticos inyectables “convencionales”. Los “convencionales” son los que se aplican de forma puntual cuando una persona está muy agitada, agresiva y no puede tomar medicación oral. Su uso se limita a las emergencias.

Los antipsicóticos inyectables en depósito son muy diferentes: la duración de su efecto es mucho mayor. Cuando tomamos un antipsicótico en una pastilla (o nos inyectan un antipsicótico convencional) la duración del efecto es de unas 24 horas aproximadamente, según la dosis. Pero los antipsicóticos en depósito liberan su carga de forma programada durante semanas o incluso meses.

Mediante este método los pacientes que no se toman correctamente la medicación tienen asegurado el tratamiento durante un largo periodo de tiempo, siendo su efecto similar a la toma de la medicación diaria de forma oral. Sólo es necesaria una inyección cada muchas semanas. Esto es una gran ayuda en el caso de enfermedades graves que impiden darse cuenta de que uno está enfermo, por lo que es difícil conseguir que el paciente se tome la medicación.  Gracias a este tipo de tratamientos se consigue mejorar sin que sea necesario un ingreso muy prolongado.

¿Nuevos fármacos antipsicóticos?

En los últimos años han aparecido “nuevos” medicamento para tratar la esquizofrenia y la psicosis. Se trata de fármacos inyectables cuyos efectos duran tres meses y en otro caso hasta 6 meses. En realidad su principio activo es un viejo conocido, la paliperidona, un metabolito de la risperidona (antipsicótico que se utiliza para el tratamiento de la esquizofrenia desde la década de los 90). Estos fármacos por lo tanto no son tan nuevos. Su  única novedad es que se venden en una nueva presentación inyectable que dura más dentro del cuerpo: tres o seis meses frente al mes que duraba la ultima versión.

No es la primera vez que se publicitan como novedades este tipo de modificaciones menores de un fármaco. Pero lo que nos interesa aquí es si son estos “nuevos” medicamentos suponen una ventaja para los enfermos. ¿Es mejor cuanto más dure su efecto? Sus fabricantes nos dicen que estos fármacos previenen mejor las recaídas, hacen el tratamiento más cómodo, disminuyen los ingresos, tienen menos efectos secundarios y son más baratos. Vamos a analizar estas ventajas y las implicaciones de su uso:

  • ¿Son más cómodos? Depende del gusto, aunque personalmente preferiría una pastilla a una inyección. Además, en los complejos tratamientos que requiere la psicosis, raramente basta con un único medicamento, por lo que seguramente la inyección no me librará probablemente de  varias medicaciones adicionales por via oral, por lo que no nos podremos desembarazar del pastillero.
  • ¿Disminuyen los ingresos? Ésta es una afirmación gratuita y no suficientemente probada. No debería hacerse sin estudios que la confirme (y de momento no hemos encontrado ninguno que no sea interesado). Siendo como es una opinión parcial y dada por fuentes con intereses económicos, habrá que tomarla con precaución.
  • ¿Menos efectos secundarios? Tampoco hay estudios imparciales que apoyen esta afirmación. De hecho, en la práctica clínica y en las investigaciones de calidad la impresión muchas veces es la contraria.
  • ¿Su uso ahorra dinero? No creo que el precio de una medicación tenga que ser el  criterio prioritario para elegir un medicamento siempre que tenga ventajas importantes para el enfermo. Estos nuevos fármacos cuestan entre 250 a 500 euros al mes, frente a 60-120 €/mes que cuesta la olanzapina, quetiapina o similares. Aunque sean más caros que un tratamiento convencional creo que deberían usarse si fueran mejores.

Pero lo que hay que tener en cuenta es que la olanzapina (y otros muchos fármacos no inyectables) tienen excelentes resultados  en los estudios de seguimiento imparciales: menores efectos secundarios, mejor tolerancia para el paciente, menos sintomatología negativa… Por lo tanto no queda nada claro que estos nuevos/viejos antipsicóticos inyectables sean mejores. Es preocupante que nadie hable de qué ocurriría si fuera necesario suspender inmediatamente el tratamiento por un efecto secundario muy grave ¿Qué haríamos aparece neutropenia o un síndrome neuroléptico maligno?. En una medicación oral, la suspenderíamos y  probablemente se quedaría en un susto. Pero estas medicaciones seguirían actuando durante al menos tres meses sin posibilidad de retirarse.

Patentes, dinero y fármacos

Los antipsicóticos inyectables son una herramienta necesaria a veces pero deberían usarse lo menos posible. Y así lo recomiendan todas las guías de tratamiento, que remarcan la importancia de que sea el paciente el que se responsabilice de la medicación. Esa es la verdadera meta y el camino real hacia la autonomía y la recuperación. Sin embargo a veces los intereses de la industria farmacéutica van por caminos distintos a los de los afectados. Da la impresión de que sus prácticas intentan alargar la caducidad de sus patentes a costa de lo que sea. Por eso sucede que el mismo fármaco, pero con distinta presentación, es considerado como nuevo. De esta forma pueden seguir manteniendo la patente y sus beneficios asociados más tiempo, pese a que las leyes internacionales dan ya una duración de un mínimo de  15  años a las mismas Es necesario un mayor control sobre la ética de las multinacionales farmacéuticas, que a veces anteponen sus beneficios a la salud, en unos pacientes en los que, cuanto más grave es su enfermedad, menos capacidad tienen de defenderse.