Cuando hablamos de tecnología, normalmente nos referimos a herramientas desarrolladas por el hombre como ordenadores o aviones. Pero el concepto de tecnología es mucho más amplio. Podríamos definir la tecnología como el conjunto de herramientas y sistemas creados por el ser humano para resolver problemas y satisfacer necesidades. Casi podría asimilarse al concepto de cultura. La tecnología sería una expresión de la capacidad del ser humano para usar su inteligencia y habilidades para manipular y transformar el mundo que le rodea.
Hay muchos tipos de tecnología: tecnología energética, de transporte, de la información… Pero uno de los tipos de tecnologías más influyentes y que muchas veces no relacionamos con este concepto son las tecnologías sociales: las herramientas que nos ayudan transformar la forma en que los seres humanos nos relacionamos entre nosotros.
Las tecnologías sociales han permitido el crecimiento en complejidad de la sociedad. Son tecnologías sociales las dinámicas de grupo, pero también las religiones, sectas, el deporte, la organización en partidos políticos, las naciones, los nacionalismos, las comunidades y bloques de naciones, regiones, pueblos, relaciones entre vecinos, los medios de comunicación, el comercio… y las redes sociales. Una innovación que lo está transformando todo.
Las redes sociales han supuesto un cambio radical en las normas del juego, al facilitar la comunicación y la interacción entre las personas y grupos. Permiten la formación de nuevas organizaciones y comunidades, así como el desarrollo de nuevas tecnologías sociales que a su vez dan lugar a cambios en la sociedad. Podría entenderse la política como la evolución y competencia de las diversas tecnologías sociales.
La relación entre las tecnologías sociales y el funcionamiento normal de las sociedades humanas es compleja y puede dar lugar tanto a beneficios como a problemas. Esta nueva tecnología social puede alterar el funcionamiento normal de las sociedades humanas, de hecho ya lo está haciendo. Pero me gustaría centrarme en su efecto sobre el individuo y su salud.
Nuestro cerebro está diseñado para responder a estímulos de forma gradual y proporcional a su intensidad. Sin embargo, las redes sociales pueden inundar nuestro cerebro con una cantidad y una intensidad de estímulos que exceden nuestra capacidad natural de procesamiento. Esto puede causar estrés y agotamiento mental, así como alteraciones en el comportamiento y la salud mental.
Además las redes sociales actúan como un estímulo supernormal (un estímulo más intenso o atractivo que el estímulo natural para el que estamos adaptados ). En el caso de las redes sociales esta “supranormalidad» se refiere a la cantidad, inmediatez e intensidad de la información y los estímulos que recibimos a través de estas plataformas.
Tienen por lo tanto capacidad de generar dependencia, debilitando otro tipo de relaciones sociales y la capacidad de las personas para interactuar con los demás de forma efectiva en la vida cotidiana, empeorando la capacidad para participar en la sociedad de forma activa y saludable.
Estamos ya viendo, y más que vamos a ver en los próximos años, importantes cambios sociales, pero también alteraciones en la conducta humana debidos al efecto de las redes sociales en la forma en que nos relacionamos. Para un ser eminentemente social como el homo sapiens esta disrupción dará lugar a un aumento de la desadaptación de los individuos. Habría que estudiar si los aumentos de problemas mentales en adolescentes como autolesiones, intentos de suicidio y otros trastornos de conducta podrían estar relacionados. Hace tres mil años la aparición de una novedosa tecnología social, las religiones monoteístas, cambió totalmente el mundo. No deberíamos esperar menos de las redes sociales, tanto para mal y como para bien.