El mayor factor de riesgo para tener una depresión postparto es el haber tenido una antes. Esto hace que muchas mujeres que la han padecido tengan dudas ante la posibilidad de quedarse embarazadas de nuevo. Hay que tener en cuenta que también el sufrir trastorno bipolar o depresiones convencionales aumenta el riesgo de depresión postparto.
Para las personas con estos antecedentes tener un hijo se convierte en una decisión aún más trascedente si cabe, ya que puede poner en riesgo su salud mental. Hay que tener en cuenta que una depresión post-parto puede llegar a ser muy grave, asociando con frecuencia ideación suicida y sintomatología psicótica. Por ello es recomendable para las personas con antecedentes pedir información a su psiquiatra antes de quedarse embarazadas.
Además, si se tiene trastorno bipolar o se ha sufrido un cuadro depresivo suelen ser necesario tomar medicaciones preventivas para evitar nuevas crisis, pero muchos de estos fármacos están contraindicados durante el embarazo, ya que puede producir malformaciones en el feto. Esto hace que se retiren durante la gestación por lo que las futuras madres están menos protegidas ante una posible depresión postparto.
Sin embargo, si se toman precauciones, lo habitual es que el embarazo transcurra sin incidencias para la madre o el niño. Aunque cada caso debe analizarse individualmente, los médicos no suelen desaconsejar un embarazo siempre que se tomen las medidas preventivas adecuadas.
La depresión postparto se puede prevenir
Porque la depresión postparto, como muchas enfermedades mentales, se puede prevenir. Cada caso ha de estudiarse de forma personalizada, revisando los factores desencadenantes como la estacionalidad de las crisis, la falta de sueño o el estrés.
Existe la posibilidad de usar medicaciones preventivas a dosis adaptadas al embarazo que pueden disminuir el riesgo de forma importante.
También suele ser sumamente importante seleccionar la época del embarazo, especialmente cuando la estacionalidad es positiva. Hay que monitorizar el estado afectivo, así como revisar y ajustar el tratamiento en los meses previos a la concepción para hacerlo lo más compatible posible con la gestación. Para esto es necesaria una buena coordinación entre psiquiatra y obstetra.
Por suerte existen además tratamientos de bajo riesgo que pueden usarse durante el embarazo si la depresión apareciera durante el mismo. Y lo que es más importante en el caso que nos ocupa: hay medicaciones que, administradas en los primeros días tras dar a luz, hacen muy difícil que aparezca una depresión postparto. Las primeras semanas tras el nacimiento es el periodo en el que hay que tener más cuidado, por lo que estar preparados y programar los cambios en la medicación con antelación es imprescindible. No debe dejarse nada al azar, es recomendable que las futuras madres con antecedentes de trastorno afectivos consulten previamente con su psiquiatra y, por supuesto, con su ginecólogo, para planificar el embarazo y el parto.