Las enfermedades en psiquiatría afectan de manera muy diversa a las personas. A veces los síntomas pueden ser sólo pequeñas molestias en la intimidad del pensamiento o abarcar áreas muy amplias de la mente haciendo que el mundo sea difícil de entender. A veces sucede que el síntoma no parece ser parte de una enfermedad sino que se disfraza de un problema mundano.
Esto sucede cuando el levantarse por la mañana se convierte en una tarea imposible. Podría parecer que no es el más abrumador o angustioso de los síntomas pero llega a ser una barrera insalvable para cosas tan importantes como mantener un trabajo o vivir de forma independiente. Así, cada mañana se inicia una guerra silenciosa y privada que es difícil de entender para el que no la sufre. La incomprensión afecta incluso a los propios familiares, que a veces no distinguen la enfermedad de lo que creen desidia o pereza.
Hay muchas enfermedades en las que esta dificultad para despertar y comenzar el día puede aparecer. Es especialmente frecuente en el trastorno bipolar, el trastorno esquizoafectivo y la depresión. También la encontramos en las psicosis y la esquizofrenia. No siempre la enfermedad tiene toda la culpa: también los fármacos pueden causarla o al menos empeorar el problema.
“No se levanta de la cama hasta las dos de la tarde… no hace nada”. Es lo que se observa desde fuera, pero la realidad es más compleja. Detrás de el no poder levantarse se esconden una gran diversidad de problemas. Es importante diferenciarlos, porque la solución es distinta para cada uno de ellos. Vamos a hacer un resumen de los principales:
Causas de la dificultad para levantarse por las mañanas
Lo primero es diferenciar la somnolencia de la falta de motivación. Son dos síntomas muy distintos. La somnolencia es tener más ganas de dormir de las habituales o a horarios inadecuados. En cambio en la falta de motivación la inactividad no es por sueño, simplemente no nos apetece hacer nada.
La somnolencia por exceso de medicación es quizás una de las causas más frecuentes que hace difícil el levantarse por las mañanas. En estos casos el síntoma es sueño, sin más, como el que puede entrar tras una comida abundante o cuando se acerca la hora de dormir. No faltan las ganas de hacer cosas. Para evitarla el médico debe ajustar la dosis de exacta de medicación, aunque no siempre es fácil.
Es importante diferenciar el caso anterior de la hipersomnia por fallos en el reloj biológico. Cuando se alteran los ritmos circadianos es natural tener sueño a horas en las que deberíamos estar despiertos que un exceso de actividad por la noche que nos impida dormir. Existen hormonas que nos activan de manera natural para que comencemos el día, pero al estar alterado el reloj interno, estas hormonas no se activan o aparecen en momento inadecuados por lo que nuestra actividad no se adapta al horario día/noche. Para solucionarlo se puede ajustar la exposición a la luz o modificar horarios de comidas y ejercicio. También pueden usarse medicaciones específicas que ponen en hora el reloj biológico.
También puede suceder que una enfermedad nos reduzca la energía de forma generalizada. Ocurre en la depresión, pero también en otras enfermedades mentales y no mentales. Cuando nos falta energía una posible reacción del organismo es aumentar la necesidad de dormir, apareciendo de nuevo hipersomnia, pero esta vez con un origen diferente.
Otra causa que hace que nos cueste levantarnos por la mañana es simplemente no haber dormido bien. Si el sueño es escaso en su duración o no es reparador puede suceder que al final de la noche nos cueste despertarnos. Deberemos encontrar la causa del insomnio, que puede ser muy variada, y más en el caso de tener una enfermedad mental. Es importante buscar una solución cuanto antes ya que el insomnio puede además desestabilizar rápidamente la enfermedad de base.
¿Sueño o falta de motivación?
Pero hay veces que no podemos levantarnos y no tiene nada que ver con el sueño. La sensación suele ser diferente: falta la motivación, las ganas de hacer cosas. Puede ocurrir que la persona se quede en la cama toda la mañana pero no duerma. Desde fuera parece los mismo, sólo se observa que “no va a trabajar”, “está todo el día en la cama”… pero se trata de algo muy diferente.
Esta falta de motivación puede a su vez tener varios orígenes. A veces hay una causa médica no cerebral como puede ser una anemia o algún problema hormonal como el hipotiroidismo. Siempre deben descartarse previamente estas causas con los análisis adecuados. Si los análisis están bien, la falta de energía debe buscarse en dos grandes grupos situaciones: la primera de ellas es la depresión, es una enfermedad que un psiquiatra puede diagnosticar y tratar. Pero también hay otros problemas que dan lugar a apatía sin que exista una depresión. Suelen estar en relación con mal funcionamiento del sistema de motivación. Con frecuencia aparece con alteraciones en la actividad de la dopamina.
Dopamina: el neurotransmisor de los hábitos
La dopamina es un neurotransmisor muy relacionado con la motivación, la predicción de la recompensa y el mantenimiento de los hábitos. Cuando la información que canaliza es incorrecta, uno puede sentirse sin ganas de nada, vacío, sin energía. Los hábitos que se han ido construyendo con el tiempo, como las actividades sociales o las rutinas horarias, pierden fuerza poco a poco. Y así el vestirse, ducharse o el lavarse los dientes se convierten actividades costosas y muy difíciles. En estas circunstancias levantarse por la mañana o realizar cualquier actividad productiva es casi imposible.
Hay varias enfermedades que pueden disminuir la motivación por este mecanismo, como las psicosis y el trastorno bipolar. Por desgracia, sucede que algunos de los mejores fármacos que existen para combatir estas enfermedades pueden potenciar esta falta de motivación que las propias enfermedades inician, haciendo disminuir más la energía. Si esto sucede, deberemos revisar el tratamiento para que no se convierta en un problema añadido.
Como hemos visto hay muchas causas que pueden hacer difícil levantarse por la mañana, pero la realidad no suele ser simple y todas las causas que hemos enumerado pueden combinarse entre sí. Por ejemplo: una persona puede dormir mal por una depresión, que a su vez asocia una motivación baja por una disminución de la actividad dopaminérgica y además con un cambio de horario por la influencia de la enfermedad en algunas hormonas. Buscar la solución suele ser bastante complejo.
Un problema con tratamiento
La solución dependerá, como hemos dicho, de cuáles sean las causas que originan el problema. El psiquiatra debe evaluar y guiar al paciente, ajustando el tratamiento farmacológico, aconsejando cambios en los hábitos de vida, en la exposición a la luz y en los horarios de sueño. Hay muchas posibles intervenciones, desde ajustar la medicación hipnótica, cambiar el tipo de antipsicóticos, su dosis o su distribución horaria, usar fármacos que actúen sobre los centros circadianos, usar la luz ambiental o la oscuridad, ejercicio físico pautado o usar sistemas de ayuda para la gestión de hábitos. Pero lo más importante es entender esta dificultad como lo que es: un síntoma de un enfermedad. Y no olvidar que tiene tratamiento.