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La luz, el reloj biológico y el trastorno bipolar

Ya hace dos mil años el médico griego Hipócrates se dio cuenta de que nuestras emociones cambiaban según la meteorología y las estaciones del año. Hoy sabemos que las variaciones de ánimo estacionales afectan a casi todo el mundo, al menos de una manera leve. Pero cuando se tiene un trastorno bipolar se puede convertir en un problema mayor. Muchas personas con esta enfermedad tienen fluctuaciones de ánimo en determinadas fechas: los episodios maníacos se producen sobre todo al final de la primavera y principio del verano (con un pequeño pico en otoño), en cambio las depresiones son más frecuentes en invierno. Esto sucede así en España y latitudes similares, porque en otras regiones como el ecuador o las zonas cercanas al círculo polar es muy diferente.

La luz es uno de los factores externos más importantes que afectan al  trastorno bipolar

No todas las variable meteorológicas afectan por igual al estado de ánimo. La temperatura, el viento o la humedad no tienen apenas efecto. Es la luminosidad el factor que más altera la emociones.

Es natural que la luz condiciones nuestra forma de actuar. Al fin y al cabo nos hemos desarrollado y evolucionado en un planeta que tiene una ritmo de luz-oscuridad de 24 horas. Todos los seres vivos del planeta, desde la más pequeña de las bacterias, pasando por cualquier tipo de plantas a los animales entre los que nos incluimos estamos diseñadas para adaptarnos a esta cadencia.

Pero las personas con trastorno bipolar y ciclotimia tienen un cerebro delicado, muy sensible ante los cambios externos, es por eso que les cuesta más adaptarse a los cambios en este ritmo. Por eso las épocas en las que hay un aumento o disminución rápida de la luminosidad les afectan especialmente. Los mayores cambios en la longitud del día ocurren en las cercanías de los equinocios, es decir las transiciones entre el invierno-primavera y verano-otoño. Son las épocas más peligrosas.

La luz como factor de riesgo

Uno de los mecanismos implicados es el efecto de la luz sobre la melatonina, la hormona más importante en la regulación del ciclo vigilia-sueño. Nuestras células necesitan saber la hora del día en la que nos encontramos para ser más eficientes. Así pueden, por ejemplo, preparar el estómago para recibir alimentos a determinadas horas o hacer que nos despertemos por la mañana. Para calcular el tiempo nuestro cerebro usa sobre todo la luz percibida a través de los ojos (aunque estén cerrados). Una vez que el reloj biológico del cerebro “está en hora”, se sirven una hormona, la melatonina, para transmitir esta información al resto del cuerpo.

La melatonina se produce de esta forma con un patrón circadiano (es decir, con una ritmo de 24 horas) liberándose a la sangre de forma rítmica durante la oscuridad. Desde allí llegará a todas las partes de nuestro organismo. Este flujo sincronizado de melatonina hace saber al todas las células del cuerpo la hora en la que nos encontramos. Si el mensaje horario de la melatonina es incorrecto nuestras células pueden activarse o descansar en momentos inadecuados, lo cual impacta negativamente sobre la gestión energética y las emociones, programadas para ajustarse al momento del día en que nos encontramos.

Este sistema se desarrolló hace millones de años, cuando los seres vivos no estaban expuestas a más luz que la del sol, funcionando perfectamente. El problema es que actualmente el mundo es diferente. La existencia de luz artificial nocturna puede confundir al cerebro alterando la producción natural de melatonina, cambiando de hora el reloj biológico. En las personas con trastorno bipolar este efecto es mucho más intenso: incluso la tenue luz de un despertador digital de mesilla (solo 10 luxes de potencia) es capaz de alterar la melatonina en estos pacientes. La luz de las pantallas de los teléfonos móviles, ordenadores o tabletas es mucho más peligrosa. Esta exposición a la luz artificial puede producir cambios en los horarios de actividad y sueño, aumentado el riesgo de una crisis.

La luz como tratamiento

Pero la exposición a la luz no es sólo un factor de riesgo, también puede usarse como tratamiento. Algunos tipos de depresiones mejoran exponiendo al enfermo a una luz potente a determinadas horas del día. Se ha comprobado cómo los pacientes con problemas de salud mental ingresados en habitaciones orientadas hacia el este (las que recibían el sol por la mañana) mejoraban antes que los pacientes ingresados en las habitaciones orientadas al oeste, independientemente del tratamiento o el diagnóstico concreto que tuvieran. Desde hace décadas existen lámparas especiales para tratar las depresiones, son muy usadas en el norte de Europa donde los trastornos afectivos estacionales son más frecuentes debido a la latitud. Hay que tener cuidado porque, como todos los tratamientos que funcionan, la luz puede producir efectos secundarios: en las personas con trastorno bipolar a veces aparece un viraje hacia la manía, al igual que con los antidepresivos.

No sólo la luz sirve como terapia. Es mucho menos conocido, pero se ha estudiando el uso de gafas de sol con tintes específicos, así como la estancia durante determinadas horas en habitaciones con poca luz  para el tratamiento de la manía. La efectividad es a veces muy alta, acortando el tiempo de mejoría.

Desde un punto de vista epidemiológico nos podemos preguntar si, entre las múltiples causas que hacen que el trastorno bipolar sea tan frecuente hoy en día, quizás una de ellas  sea que vivimos en una sociedad en el que pasamos demasiadas horas mirando a las pantallas de teléfonos u ordenadores que cambian la “hora” de nuestro cerebro con sus espectros lumínicos engañosos, un mundo en el que la luz artificial hace que las noches sean tan luminosas como los días, algo para lo que quizás no estamos diseñados.

Por desgracia hay una gran lentitud en trasladar los resultados de estas investigaciones a la prevención y el tratamiento de los trastornos afectivos. Probablemente el hecho de que detrás de estos tratamientos no existan patentes ni intereses financieros de grandes industrias ralentiza su adopción.